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martes, 10 de febrero de 2015

SEMBRANDO DESASTRES

Si la cumbre “sembrando Bolivia” está basada en la ampliación de la frontera agrícola en vez de priorizar la eficiencia productiva, lo que realmente sembrará serán desastres.

La producción de soya y ganado ha ocasionado más del 80% de la deforestación en la Amazonía ocasionando graves desórdenes climáticos que se convierten en desastres cada vez más frecuentes. Ante esta amenaza el gobierno creó la ley 337 que obliga a ganaderos y agricultores a reforestar el 10% de tierras desboscadas entre 1996 y 2011. Pero lo hizo en tiempos de pose ecologista, cuando creía en los derechos de la Madre Tierra.

Actualmente los grupos agropecuarios del oriente no sólo rechazan la obligación de reforestar una superficie equivalente a 150.000 has, sino que aprovechan los titubeos gubernamentales para lograr la aprobación del desbosque de 300.000 has, con eufemismos como “expansión organizada y planificada de la frontera agrícola a través del manejo integral y sustentable de los bosques” y pretextando el cumplimiento de la Función Económico Social.

Lejos de adoptar una mentalidad basada en la eficiencia y en la adopción de tecnologías modernas para reducir la dependencia de recursos no renovables, las autoridades vacilan irresponsablemente en permitir su utilización, atendiendo a charlatanes más que a científicos. En un tono similar, los productores reclaman la apertura al uso de biotecnología, pero se cierran a adoptar innovaciones para hacer más eficiente la ocupación del territorio, como los Sistemas Agroforestales, el Pastoreo Racional Voisin, el Manejo Integrado de Plagas o los Planes Integrales de Manejo de Suelos.

Por todo esto la situación agropecuaria nacional acaba siendo una combinación perversa entre desastres e incapacidad de aplicación de tecnologías. Si una región se inunda normalmente todos los años (Llanos de Moxos y el Pantanal) y ante estas crecidas anuales predecibles no se aplican prácticas adecuadas de producción, cuando llega la sobre-inundación ocasionada por la deforestación en la cuenca alta de los ríos que la surcan, el desastre es total. Si otra región es de sequía periódica predecible (Chaco) ante la que no se han desarrollado estrategias (estudiando mejor las fuentes de agua subterránea que afloran en vertientes cada verano, para adoptar sistemas de riego tecnificado y tecnologías de cosecha y conservación de agua), cuando llega una sequía extrema las pérdidas son cuantiosas.

Esta dinámica de considerar problemas a lo que son realidades es consecuencia de la errática política de desarrollo agropecuario que en cada gobierno fragua una entidad de tecnología agropecuaria. Nuestros vecinos cuentan con entidades eternas de investigación, transferencia tecnológica y extensión agropecuaria, mientras nosotros seguimos creando bastiones de transfugio político y de improvisación permanente.


Ante este panorama caótico sólo quedan pocas alternativas para llamar la atención. Una de ellas es la conciencia ciudadana bien informada para que exija ciencia y alimentos cuya producción no dependa de la demolición de bosques. Otra es la FAO que con documentos como “La larga sombra del ganado” recuerdan al mundo que la pecuaria y sus derivados pueden acabar con el planeta. Y otra es la ley de los derechos de la Madre Tierra que insta a “reconocer que los sistemas de vida tienen límites en su capacidad de regenerarse, y que la humanidad tienen límites en su capacidad de revertir sus acciones”.

martes, 1 de abril de 2014

ASESINATOS AMBIENTALES

Hace unos años la empresa petrolera BP ocasionó un irreparable derramamiento de petróleo en el Golfo de México por el que tuvo que pagar 20 billones de dólares, suma importante pero intrascendente porque ningún dinero devuelve la vida. Semejante catástrofe ambiental resulta pequeña comparada con las tragedias ecológicas causadas por transnacionales en países en desarrollo con enormes costos ambientales y sociales.

Fue mucho más grave otro derramamiento en la región amazónica de Ecuador cuando la empresa Texaco operó en la zona entre 1964 y 1990. La basura tóxica del petróleo se infiltró en suelos y napas subterráneas y contaminó el agua de superficie matando muchos niños por el envenenamiento del medio ambiente. Aunque los indígenas ganen el proceso judicial abierto contra la empresa por 27 billones de dólares, el dinero no repondrá el daño por el vertido de 345 millones de galones de petróleo en un bosque tropical de gran biodiversidad.

En 1984 en la ciudad india de Bhopal los gases venenosos de una fábrica de pesticidas de propiedad de la empresa UnionCarbide afectaron a más de medio millón de personas matando inmediatamente a 2.300 y a 30.000 posteriormente. La empresa pagó 490 millones de dólares en 1989.

En Nigeria, el delta del río Níger recibe anualmente mucho más petróleo que el derramado en el Golfo de México (ya van más de 1,5 millones de toneladas vertidas en el último medio siglo) a través de filtraciones de tuberías, estaciones de bombeo y plataformas de extracción de empresas como Shell, Exxon-Mobil y otras. También están dispuestas a pagar por este crimen para continuar sembrando muerte. 

Todo esto indica que ya es hora de denunciar la enorme inmoralidad que entraña la cantaleta repetida de “quien contamina paga” porque es la misma mentalidad que regía la compra de indulgencias a la Iglesia en el siglo XVII denunciada por Lutero. La contaminación es un crimen y, como todo asesinato, es irreversible.

Desde hace unos 30 años la región del Beni ha sido alterada por la deforestación permanente de la cuenca alta de sus caudalosos ríos. Siendo una enorme planicie de suelos arcillosos de deficiente infiltración y con ausencia casi total de relieve, se transforma durante la época de lluvias en un enorme represamiento natural. La destrucción del bosque de la zona alta incrementa peligrosamente el flujo de agua alterando el ecosistema. Pero aun sabiendo esto se cometió el crimen de promover asentamientos humanos en estos bosques a través del desarrollo alternativo promovido por Usaid; un asesinato ambiental cuyas consecuencias no fueron capaces de entender los “expertos” de entonces. Actualmente grandes intereses económicos impusieron la construcción de represas en el Brasil por encima de las recomendaciones dela licencia ambiental.

Ambas acciones fueron como abrir el grifo arriba y reducir la salida de agua abajo: la inundación rebasó todos los niveles históricos.

Todavía falta que las empresas que operan las represas acepten su responsabilidad y cuando esto se logre, paguen todos los años por esta alteración catastrófica. Pero aunque paguen ya han afectado y destruido la vida y han cometido un asesinato a una reserva de agua del planeta, porque la región de los Llanos de Moxos es uno de los más grandes sitios Ramsar del mundo.

Pese a la magnitud del daño y a lo mucho que se podría pedir en compensaciones que siempre serán mínimas, lo más probable es que no pase nada porque con la nación vecina, así como antes fue con la nación del norte, nuestra diplomacia y periodismo están doblegados.

jueves, 8 de agosto de 2013

EL DESAFÍO DE PRODUCIR SIN DESTRUIR

Bolivia enfrenta el desafío de ampliar su frontera agrícola y conservar sus bosques, lo que puede parecer contradictorio si no se entiende en un contexto de reordenamiento territorial. Los lugares de reordenamiento de cultivos así como el área total a la que se podría ampliar la frontera agrícola se basan más en especulaciones que en estudios técnicos.

Oficialmente nuestro país tiene 3,1 millones de has cultivadas frente a una deforestación acumulada hasta el 2012 de 5,4 millones. Por lo tanto, hay más de 2 millones de has deforestadas que no están en áreas efectivamente cultivadas, por ser tierras degradadas o ser pastizales para ganadería.

Tanto cultivos como ganadería han sido establecidos en lugares con facilidades de acceso o debido a otros factores, pero no en base a los Planes de Uso de Suelo (PLUS), lo que ha expandido libremente la frontera agrícola por encima de las normas. Sin un reordenamiento territorial consensuado entre el Estado y los productores lo más probable es que esta expansión continúe tan caóticamente como hasta ahora.
 
En Bolivia el establecimiento de pastizales y el cultivo de soya son los responsables del 85% de la deforestación de las tierras bajas y esto nos obliga a enfocarnos en estos rubros para compatibilizar su expansión con la preservación de los recursos naturales.

Una política regional de reordenamiento podría basarse en 4 estrategias: la reubicación de soya y ganado, la reforestación de pastizales, el incremento de la productividad y la adopción cada vez mayor de estándares de certificación. Esto deberá apoyarse en la actualización permanente de los mapas actuales del uso de la tierra a partir de las líneas de base ya existentes y en la adopción de sistemas satelitales de seguimiento de la vegetación.

La reubicación de cultivos de soya y de ganado deberá basarse en incentivos económicos diversos (apoyo financiero, reducción impositiva, créditos) que motiven al productor a reubicarlos en el marco de un proceso planificado y organizado.

La ganadería deberá reubicarse para dejar su sitio actual a la soya y moverse a regiones apropiadas que son: a) donde no se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de cultivos y c) donde exista abundancia de agua. Estos lugares son las sabanas inundables de los Llanos de Moxos (10 millones de has) y del Pantanal (3 millones de ha), regiones de pradera natural en las que actualmente sólo pastan 3,5 millones de cabezas y en las que podría caber todo el hato nacional de más de 8 millones.

La reforestación se haría en áreas que desocupen los cultivos de soya para que vuelvan a ser bosque sin uso agropecuario y en lugares que fueron deforestados para ganadería en los que se deberán establecer sistemas agroforestales o silvopastoriles, cambiando la mentalidad actual de criar ganado en praderas de monocultivo.

El incremento de la productividad es la única manera de atender la creciente presión del mercado por soya y carne y de impedir que avancen sobre el bosque porque con mejores rendimientos se quedarían definitivamente donde se los relocalice. Esto sólo se logra con tecnología a través de mejoramiento genético, de atención a la fertilidad del suelo y de prácticas agronómicas que hacen que la producción sea permanentemente viable.

La implementación de esquemas de certificación nos permitirá estandarizar la producción responsable de soya y ganado siguiendo iniciativas internacionales de múltiples partes interesadas (productores, organizaciones sociales, empresas e industria) cuyo objetivo es la producción económicamente viable, socialmente equitativa y ambientalmente apropiada, con lo que obtendríamos un sello de certificación que nos de valor agregado en el mercado internacional.

Para reordenar con éxito nuestra agropecuaria necesitamos un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en que la soya y la carne se producen, se procesan, se financian y se consumen. Si insistimos en los agronegocios del desarrollismo tradicional, dañaremos permanentemente los ecosistemas destruyendo el capital natural que sustenta la economía del planeta.

lunes, 6 de mayo de 2013

OTRA GANADERÍA ES POSIBLE

Como ya estableció la FAO hace algunos años, la carne y los derivados del ganado son una fuente importante de proteína para los pobres…pero están matando a los ricos. Su consumo desmedido tiene mucho que ver con el hecho de que más de 1.000 millones de personas del mundo estén con sobrepeso y más de 300 millones sean obesas.

Pero además de matar gente el ganado está dañando seriamente los ecosistemas del mundo por ser una actividad que demanda un excesivo consumo de agua cuyo costo no se cuantifica en su justa dimensión; es además una de las mayores fuentes de emisión de gases invernadero a través de la deforestación y degradación, por la generación de gas metano en el proceso digestivo del ganado, por la quema de praderas y el sobrepastoreo y por el transporte y la industrialización en la fabricación de alimentos de animales.

Para muchos investigadores la degradación que produce la ganadería debería tener prioridad en el debate mundial por su gran incidencia en el cambio climático. Es considerada una amenaza latente para el planeta porque a corto plazo será totalmente insustentable por la posibilidad del aumento de consumo de carne de países muy poblados.

Ante este panorama sombrío es necesario un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en que la carne se produce, se procesa, se financia y se consume. La ganadería debería desarrollarse sólo en lugares apropiados que son: a) donde no se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de cultivos y si se puede producir alguno que sea sólo para alimentación humana y c) donde exista abundancia de agua por lo menos temporalmente.

Los únicos lugares que cumplen con estas condiciones son las sabanas inundables que son praderas naturales con gran biodiversidad de forraje. El drenaje deficiente del suelo impide el desarrollo de bosques y provoca inundaciones temporales. La retención de agua en estanques por este deficiente drenaje brinda la oportunidad de un uso eficiente del recurso, como ya se hace actualmente. El drenaje deficiente limita además la implantación de cultivos, en la época de lluvias sólo se puede producir arroz. La pradera natural de forraje biodiverso manejada con sistemas de pastoreo racional permite el aumento de la productividad y evita la degradación de la vegetación y el suelo.

Bolivia cuenta con 13 millones de has de sabana inundable tanto en los Llanos de Moxos (10 millones de has) como en el Pantanal (3 millones de ha), área en la actualmente pastan 3,5 millones de cabezas de ganado con una carga animal ineficiente de sólo 0,35 cabezas por ha (aproximadamente 0,2 Unidades Animales por ha, UA/ha). Esta reducida carga animal podría triplicarse o por lo menos duplicarse haciendo que el total del ganado nacional - que alcanza a 7 millones de cabezas - esté en estos lugares apropiados.

Para maximizar el uso eficiente de estas praderas es necesario conocerlas y valorarlas adoptando prácticas de pastoreo racional (sistema de manejo intensivo que equilibra suelo, pasto y ganado) para aumentar la carga animal a por lo menos 1 UA/ha. Existen varias prácticas recomendadas que deben ser adoptadas por los productores con programas definidos en los que deberá coadyuvar el Estado y las entidades de conservación promoviendo la investigación y el establecimiento de estancias modelo.
 
Estas recomendaciones no deben confundirse con las Buenas Prácticas Pecuarias de carácter universal, esquema en el que se refugia la ganadería tradicional creyendo que con eso cumple normas de conservación. La ganadería de lugares desboscados deberá implementar sistemas agroforestales o silvopastoriles restableciendo bosques y cambiando la mentalidad actual de fomentar praderas de monocultivos. Deberíamos cambiar hasta la forma de apreciar el paisaje considerando a la sabana inundable como la única pradera abierta digna de admiración.  

Además de las ventajas anotadas, las sabanas inundables de Bolivia han sido declaradas sitios Ramsar, una oportunidad excelente para el Estado y las entidades de conservación e investigación para obtener fondos que apuntalen el uso eficiente de la pradera natural.

jueves, 14 de febrero de 2013

GANADERÍA EN SITIOS RAMSAR

Gran parte de la sabana inundable de los Llanos de Moxos ha sido declarada sitio Ramsar en 6,9 millones de has. En esta región la superficie utilizable para el pastoreo de ganado supera las 10 millones de has y es donde se encuentra el 42% de la población del ganado bovino de Bolivia. Pero además de los Llanos de Moxos la ganadería nacional se desarrolla en otro sitio Ramsar que es el Pantanal, en una extensión de 3 millones de has y con 200.000 cabezas de ganado. Esto significa que es imperativo el manejo sustentable de 3,2 millones de cabezas de ganado en humedales que evitan inundaciones, mantienen caudales ecológicos mínimos en los ríos durante la estación seca y sustentan el ciclo hidrológico en dos grandes cuencas (Amazónica y del Plata) que abarcan más de diez países.

Si hasta ahora la ganadería extensiva no ha causado una alteración significativa en estas ecoregiones es precisamente porque éstas tienen particulares características edáficas e hidrológicas que ocasionan inundaciones temporales, lo que ha evitado la invasión de la agropecuaria industrial basada en la implantación de monocultivos reemplazando la gran diversidad de la pradera natural.

La declaración de sitio Ramsar significa que la región está incluida en la lista de áreas prioritarias para la comunidad internacional que recomienda medidas de conservación cuyo objetivo es la reducción de amenazas que podrían afectar a otros territorios, como el desvío de flujos de agua ocasionado por la construcción de carreteras, por la pecuaria intensiva o por las plantaciones. Implica además una ampliación del enfoque de gestión ambiental centrado en los bosques, reconociendo la necesidad de gestión adecuada de los ecosistemas de agua dulce de la Amazonía y del Plata incluyendo la conservación de los ríos de las cabeceras de ambas cuencas (ríos Isiboro, Sécure, Paraguay y otros).

Nuestro país asume una vez más un gran desafío pero hasta ahora no ha dado grandes muestras de una efectiva labor en la conservación de ecoregiones de gran valor para la biodiversidad. El Pantanal fue declarado sitio Ramsar el año 2001, pero es muy poco lo que se ha avanzado en el desarrollo de una pecuaria sustentable, corriendo el riesgo de emular la mala gestión del Brasil que ya ha destruido un 20% de su Pantanal. El compromiso de proteger toda la región a largo plazo no sólo es de los gobiernos sino de la sociedad civil, que juega un papel preponderante al ocupar la ganadería privada grandes extensiones de terreno tanto en los Llanos de Moxos como en el Pantanal.

Nuestra ganadería en sitios Ramsar podría lograr un sello especial de certificación de carne orgánica por ser producida en áreas sin desboscar, planteando sistemas de uso ecológicamente acertado de la pradera natural para alcanzar máximos niveles de producción compatibles con su renovación indefinida. Esto no debe confundirse con la aplicación universal de buenas prácticas pecuarias porque es un planteamiento de producción en praderas naturales, como propone el libro “Ganadería ecológica en las sabanas inundables de Bolivia” que distribuye el sitio Amazon y siguiendo los principios de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica, IFOAM.

Al haber aceptado las reglas de conservación el gobierno de Bolivia está obligado a implementar políticas de uso sustentable que garanticen la conservación de los recursos hídricos y los servicios ecológicos. Una gran oportunidad para alcanzar un sello de carne orgánica de ganado que pastorea en ecosistemas no alterados.