Bolivia enfrenta el desafío de ampliar su
frontera agrícola y conservar sus bosques, lo que puede parecer contradictorio
si no se entiende en un contexto de reordenamiento territorial. Los lugares de
reordenamiento de cultivos así como el área total a la que se podría ampliar la
frontera agrícola se basan más en especulaciones que en estudios técnicos.
Oficialmente nuestro país tiene 3,1
millones de has cultivadas frente a una deforestación acumulada hasta el 2012 de
5,4 millones. Por lo tanto, hay más de 2 millones de has deforestadas que no están
en áreas efectivamente cultivadas, por ser tierras degradadas o ser pastizales
para ganadería.
Tanto cultivos como ganadería han sido
establecidos en lugares con facilidades de acceso o debido a otros factores,
pero no en base a los Planes de Uso de Suelo (PLUS), lo que ha expandido libremente
la frontera agrícola por encima de las normas. Sin un reordenamiento
territorial consensuado entre el Estado y los productores lo más probable es
que esta expansión continúe tan caóticamente como hasta ahora.
En Bolivia el establecimiento de
pastizales y el cultivo de soya son los responsables del 85% de la
deforestación de las tierras bajas y esto nos obliga a enfocarnos en estos
rubros para compatibilizar su expansión con la preservación de los recursos
naturales.
Una política regional de reordenamiento
podría basarse en 4 estrategias: la reubicación de soya y ganado, la
reforestación de pastizales, el incremento de la productividad y la adopción
cada vez mayor de estándares de certificación. Esto deberá apoyarse en la
actualización permanente de los mapas actuales del uso de la tierra a partir de
las líneas de base ya existentes y en la adopción de sistemas satelitales de
seguimiento de la vegetación.
La reubicación de cultivos de soya y
de ganado deberá basarse en incentivos económicos diversos (apoyo financiero,
reducción impositiva, créditos) que motiven al productor a reubicarlos en el
marco de un proceso planificado y organizado.
La ganadería deberá reubicarse para dejar
su sitio actual a la soya y moverse a regiones apropiadas que son: a) donde no
se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de
cultivos y c) donde exista abundancia de agua. Estos lugares son las sabanas
inundables de los Llanos de Moxos (10 millones de has) y del Pantanal (3
millones de ha), regiones de pradera natural en las que actualmente sólo pastan
3,5 millones de cabezas y en las que podría caber todo el hato nacional de más
de 8 millones.
La reforestación se haría en áreas
que desocupen los cultivos de soya para que vuelvan a ser bosque sin uso
agropecuario y en lugares que fueron deforestados para ganadería en los que se
deberán establecer sistemas agroforestales o silvopastoriles, cambiando la
mentalidad actual de criar ganado en praderas de monocultivo.
El incremento de la productividad es
la única manera de atender la creciente presión del mercado por soya y carne y
de impedir que avancen sobre el bosque porque con mejores rendimientos se quedarían
definitivamente donde se los relocalice. Esto sólo se logra con tecnología a
través de mejoramiento genético, de atención a la fertilidad del suelo y de prácticas
agronómicas que hacen que la producción sea permanentemente viable.
La implementación de esquemas de
certificación nos permitirá estandarizar la producción responsable de soya
y ganado siguiendo iniciativas internacionales de múltiples partes interesadas
(productores, organizaciones sociales, empresas e industria) cuyo objetivo es
la producción económicamente viable, socialmente equitativa y ambientalmente
apropiada, con lo que obtendríamos un sello de certificación que nos de valor
agregado en el mercado internacional.
Para reordenar con éxito nuestra
agropecuaria necesitamos un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en
que la soya y la carne se producen, se procesan, se financian y se consumen. Si
insistimos en los agronegocios del desarrollismo tradicional, dañaremos
permanentemente los ecosistemas destruyendo el capital natural que sustenta la
economía del planeta.
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