miércoles, 9 de octubre de 2013

INVENTOS INDÍGENAS

Las investigaciones arqueológicas comprueban cada vez más que América era mucho más poblada antes de nuestra era y hasta unos años previos a la llegada de los conquistadores. Para la arqueología tradicional, los grandes asentamientos humanos estaban ligados a la agricultura en gran escala y esto siempre se relacionó con los grandes imperios americanos como el azteca, maya o inca.

Pero la novedad radica en que los actuales hallazgos encuentran pruebas de asentamientos de grandes poblaciones en la Amazonía, en América del Norte y en la región austral, lo que sugiere formas distintas de manejo del ambiente para conseguir gran cantidad de alimentos.

Las grandes poblaciones precolombinas sugieren además que a la llegada de los conquistadores los nativos no eran más que sociedades destruidas errando por los montes, despavoridas ante la desaparición masiva de sus comunidades por pestes cuyo origen local o foráneo se investiga en la actualidad. Esto pone en entredicho la tradicional versión de que eran pueblos salvajes viviendo como en la prehistoria, poco más que animales que había que domesticar.

Los descubrimientos en la Amazonía nos llevan a confirmar cada vez más que en la gran selva ha habido una intensiva intervención del hombre. Era una jungla antropogénica en la que el indígena antiguo creó huertos combinando muchos árboles aprovechables con un manejo mucho más inteligente que el chaqueo actual de desbroce y quema, lo que nos lleva a sugerir que inventó la Agroforestería y tenía un dominio mucho mayor de lo que hoy llamamos Productos Forestales No Maderables.

Cuando el ambiente no era jungla sino sabana el antiguo indígena inventó grandes terraplenes y canales de agua para implantar una agropecuaria hídrica basada en piscicultura, yuca, maíz y joco. Estas enormes obras humanas sorprenden tanto como el invento de la terra preta o suelo negro, un terreno fértil cuya capa arable alcanza a 30 y 60 cm de profundidad y que según estudios de edafólogos cubre un 10% de la cuenca del Amazonas. Estos suelos no están asociados a un particular tipo de terreno ni a una determinada condición ambiental, lo que sugiere que no son producto de procesos naturales. Es decir que durante siglos la intensa actividad de los nativos en el bosque en vez de destruir el terreno lo mejoró, algo que hoy nosotros no sabemos hacer.

Fue también indígena uno de los más grandes inventos de la humanidad que hoy no se resalta como debiera: el maíz, creado hace más de tres mil años por los nativos de lo que hoy es México. A diferencia de todas las plantas conocidas, no existe hoy maíz silvestre; es una planta creada por los agricultores fitomejoradores de entonces manipulando genes con cruzamientos entre plantas silvestres; transformaron una maleza en una planta altamente productiva con una mazorca llena de granos comestibles. Por eso el maíz es tan diferente al resto de los cereales y por eso cuando llegó Colón los agricultores nativos americanos, desde Canadá a Chile, ya estaban cultivando variedades mejoradas de maíz; hicieron lo que hoy, más de cinco mil años después, los retrógrados llaman jugar a ser Dios.

Pero tal vez uno de sus mejores aportes fue el sentido de libertad. La  forma de concebir la vida de los indígenas de Norteamérica sin someterse a jerarquías ni a clases sociales influyó en el carácter libertario de las nuevas repúblicas e inspiró a los filósofos de la Ilustración.

lunes, 9 de septiembre de 2013

ACLARACIONES SOBRE TRANSGÉNICOS


Se confunde frecuentemente al público con datos erróneos sobre transgénicos. Por eso es importante recordar que cuando los organismos genéticamente modificados (OGM’s) no existían, ya el mundo padecía de todos los males que ahora ciertos movimientos extremistas les atribuyen. La agricultura industrial ya había proliferado a base de monocultivos que arrasaron los bosques dañando el medio ambiente y la salud humana con agroquímicos. Las transnacionales desarrolladoras de semilla ya dominaban al mundo con sus derechos exclusivos ligados a herbicidas y fertilizantes que eran parte del paquete tecnológico. La revolución verde se basó precisamente en la aplicación forzosa de estos paquetes en tiempos en los que los transgénicos eran sólo un proyecto.

Pero tal vez lo más grave está en confundir el mejoramiento genético - practicado por el hombre desde hace más de dos mil años - con los transgénicos que prácticamente acaban de ser incorporados a los cultivos. No existe ningún producto agrícola o pecuario que no haya sido manipulado genéticamente en alguna medida; la era de los transgénicos es sólo un evento más en la milenaria historia del mejoramiento de plantas y animales guiado por la humanidad. Por eso cuando Cristóbal Colón llegó los agricultores nativos americanos, desde Canadá a Chile, ya estaban cultivando variedades mejoradas de maíz, una planta creada por los indígenas. Y este mejoramiento ha sido constante gracias a tecnología que simplemente varía en complejidad, permitiendo que gran parte de la humanidad se alimente mejor. Gracias a esto el maíz actual tiene más proteína aprovechando un gen mutante y es fácil comprobar con cifras que el hambre del mundo es un problema de distribución y no de producción.

El mejoramiento genético milenario a través de cruzamientos siempre fue una amenaza para la biodiversidad porque es un proceso que va seleccionando las mejores características, desechando los rasgos no deseables y conduciendo en todo el proceso a una menor variabilidad genética. Esto ha llevado a que aproximadamente el 22% de las razas bovinas del mundo estén en riesgo de extinción y a que cada vez se restrinja más la variabilidad en frutas, vegetales y cereales mejorados, sin que esto tenga nada que ver directamente con los transgénicos.

Las variedades silvestres de frutas y vegetales y las razas criollas adaptadas durante siglos a su medio ambiente no son aptas para la producción y el consumo por su heterogeneidad y bajo rendimiento, pero son de enorme valor como portadoras de genes con los que se producen variedades de alta producción. Para protegerlas de la contaminación genética que puede provenir de los OGM’s o de variedades mejoradas, no se trata de prohibir las plantas modificadas sino de preservar cuidadosamente las variedades silvestres en aislamientos y bancos de germoplasma.

Conseguir recursos para desarrollar una estructura sólida de preservación de nuestro patrimonio genético sería una contribución mucho más efectiva en defensa de la biodiversidad por parte de ciertos movimientos que critican la biotecnología. Hasta ahora nuestro país ha manejado en forma deplorable su acervo genético desperdigando sin orden el germoplasma nativo de la quinua, del maní, de tubérculos andinos o de razas criollas de bovinos y camélidos, por poner algunos ejemplos de triste historia, negligencia que algunos tratan de achacar a la controversia de los transgénicos.

Hoy el mundo enfrenta el cambio climático ocasionado en gran parte por la destrucción de bosques a través del crecimiento del agronegocio en monocultivo. Esta agricultura industrial con o sin transgénicos destinada a alimentar a una población creciente está en permanente expansión. La única alternativa para detener este patético avance es que los cultivos se queden donde ya están y las tierras degradadas se reincorporen a la producción, incrementando cada vez más los rendimientos de áreas que ya han sido destruidas. Esto sólo será posible aplicando biotecnología a monocultivos y sistemas agroforestales en combinación con el uso adecuado de recursos hídricos y edáficos.

Pero hay actitudes encubiertas que conducen a la destrucción del planeta; una de ellas es oponerse a la biotecnología como si la acabáramos de inventar.

jueves, 8 de agosto de 2013

EL DESAFÍO DE PRODUCIR SIN DESTRUIR

Bolivia enfrenta el desafío de ampliar su frontera agrícola y conservar sus bosques, lo que puede parecer contradictorio si no se entiende en un contexto de reordenamiento territorial. Los lugares de reordenamiento de cultivos así como el área total a la que se podría ampliar la frontera agrícola se basan más en especulaciones que en estudios técnicos.

Oficialmente nuestro país tiene 3,1 millones de has cultivadas frente a una deforestación acumulada hasta el 2012 de 5,4 millones. Por lo tanto, hay más de 2 millones de has deforestadas que no están en áreas efectivamente cultivadas, por ser tierras degradadas o ser pastizales para ganadería.

Tanto cultivos como ganadería han sido establecidos en lugares con facilidades de acceso o debido a otros factores, pero no en base a los Planes de Uso de Suelo (PLUS), lo que ha expandido libremente la frontera agrícola por encima de las normas. Sin un reordenamiento territorial consensuado entre el Estado y los productores lo más probable es que esta expansión continúe tan caóticamente como hasta ahora.
 
En Bolivia el establecimiento de pastizales y el cultivo de soya son los responsables del 85% de la deforestación de las tierras bajas y esto nos obliga a enfocarnos en estos rubros para compatibilizar su expansión con la preservación de los recursos naturales.

Una política regional de reordenamiento podría basarse en 4 estrategias: la reubicación de soya y ganado, la reforestación de pastizales, el incremento de la productividad y la adopción cada vez mayor de estándares de certificación. Esto deberá apoyarse en la actualización permanente de los mapas actuales del uso de la tierra a partir de las líneas de base ya existentes y en la adopción de sistemas satelitales de seguimiento de la vegetación.

La reubicación de cultivos de soya y de ganado deberá basarse en incentivos económicos diversos (apoyo financiero, reducción impositiva, créditos) que motiven al productor a reubicarlos en el marco de un proceso planificado y organizado.

La ganadería deberá reubicarse para dejar su sitio actual a la soya y moverse a regiones apropiadas que son: a) donde no se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de cultivos y c) donde exista abundancia de agua. Estos lugares son las sabanas inundables de los Llanos de Moxos (10 millones de has) y del Pantanal (3 millones de ha), regiones de pradera natural en las que actualmente sólo pastan 3,5 millones de cabezas y en las que podría caber todo el hato nacional de más de 8 millones.

La reforestación se haría en áreas que desocupen los cultivos de soya para que vuelvan a ser bosque sin uso agropecuario y en lugares que fueron deforestados para ganadería en los que se deberán establecer sistemas agroforestales o silvopastoriles, cambiando la mentalidad actual de criar ganado en praderas de monocultivo.

El incremento de la productividad es la única manera de atender la creciente presión del mercado por soya y carne y de impedir que avancen sobre el bosque porque con mejores rendimientos se quedarían definitivamente donde se los relocalice. Esto sólo se logra con tecnología a través de mejoramiento genético, de atención a la fertilidad del suelo y de prácticas agronómicas que hacen que la producción sea permanentemente viable.

La implementación de esquemas de certificación nos permitirá estandarizar la producción responsable de soya y ganado siguiendo iniciativas internacionales de múltiples partes interesadas (productores, organizaciones sociales, empresas e industria) cuyo objetivo es la producción económicamente viable, socialmente equitativa y ambientalmente apropiada, con lo que obtendríamos un sello de certificación que nos de valor agregado en el mercado internacional.

Para reordenar con éxito nuestra agropecuaria necesitamos un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en que la soya y la carne se producen, se procesan, se financian y se consumen. Si insistimos en los agronegocios del desarrollismo tradicional, dañaremos permanentemente los ecosistemas destruyendo el capital natural que sustenta la economía del planeta.

lunes, 6 de mayo de 2013

OTRA GANADERÍA ES POSIBLE

Como ya estableció la FAO hace algunos años, la carne y los derivados del ganado son una fuente importante de proteína para los pobres…pero están matando a los ricos. Su consumo desmedido tiene mucho que ver con el hecho de que más de 1.000 millones de personas del mundo estén con sobrepeso y más de 300 millones sean obesas.

Pero además de matar gente el ganado está dañando seriamente los ecosistemas del mundo por ser una actividad que demanda un excesivo consumo de agua cuyo costo no se cuantifica en su justa dimensión; es además una de las mayores fuentes de emisión de gases invernadero a través de la deforestación y degradación, por la generación de gas metano en el proceso digestivo del ganado, por la quema de praderas y el sobrepastoreo y por el transporte y la industrialización en la fabricación de alimentos de animales.

Para muchos investigadores la degradación que produce la ganadería debería tener prioridad en el debate mundial por su gran incidencia en el cambio climático. Es considerada una amenaza latente para el planeta porque a corto plazo será totalmente insustentable por la posibilidad del aumento de consumo de carne de países muy poblados.

Ante este panorama sombrío es necesario un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en que la carne se produce, se procesa, se financia y se consume. La ganadería debería desarrollarse sólo en lugares apropiados que son: a) donde no se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de cultivos y si se puede producir alguno que sea sólo para alimentación humana y c) donde exista abundancia de agua por lo menos temporalmente.

Los únicos lugares que cumplen con estas condiciones son las sabanas inundables que son praderas naturales con gran biodiversidad de forraje. El drenaje deficiente del suelo impide el desarrollo de bosques y provoca inundaciones temporales. La retención de agua en estanques por este deficiente drenaje brinda la oportunidad de un uso eficiente del recurso, como ya se hace actualmente. El drenaje deficiente limita además la implantación de cultivos, en la época de lluvias sólo se puede producir arroz. La pradera natural de forraje biodiverso manejada con sistemas de pastoreo racional permite el aumento de la productividad y evita la degradación de la vegetación y el suelo.

Bolivia cuenta con 13 millones de has de sabana inundable tanto en los Llanos de Moxos (10 millones de has) como en el Pantanal (3 millones de ha), área en la actualmente pastan 3,5 millones de cabezas de ganado con una carga animal ineficiente de sólo 0,35 cabezas por ha (aproximadamente 0,2 Unidades Animales por ha, UA/ha). Esta reducida carga animal podría triplicarse o por lo menos duplicarse haciendo que el total del ganado nacional - que alcanza a 7 millones de cabezas - esté en estos lugares apropiados.

Para maximizar el uso eficiente de estas praderas es necesario conocerlas y valorarlas adoptando prácticas de pastoreo racional (sistema de manejo intensivo que equilibra suelo, pasto y ganado) para aumentar la carga animal a por lo menos 1 UA/ha. Existen varias prácticas recomendadas que deben ser adoptadas por los productores con programas definidos en los que deberá coadyuvar el Estado y las entidades de conservación promoviendo la investigación y el establecimiento de estancias modelo.
 
Estas recomendaciones no deben confundirse con las Buenas Prácticas Pecuarias de carácter universal, esquema en el que se refugia la ganadería tradicional creyendo que con eso cumple normas de conservación. La ganadería de lugares desboscados deberá implementar sistemas agroforestales o silvopastoriles restableciendo bosques y cambiando la mentalidad actual de fomentar praderas de monocultivos. Deberíamos cambiar hasta la forma de apreciar el paisaje considerando a la sabana inundable como la única pradera abierta digna de admiración.  

Además de las ventajas anotadas, las sabanas inundables de Bolivia han sido declaradas sitios Ramsar, una oportunidad excelente para el Estado y las entidades de conservación e investigación para obtener fondos que apuntalen el uso eficiente de la pradera natural.

jueves, 14 de febrero de 2013

GANADERÍA EN SITIOS RAMSAR

Gran parte de la sabana inundable de los Llanos de Moxos ha sido declarada sitio Ramsar en 6,9 millones de has. En esta región la superficie utilizable para el pastoreo de ganado supera las 10 millones de has y es donde se encuentra el 42% de la población del ganado bovino de Bolivia. Pero además de los Llanos de Moxos la ganadería nacional se desarrolla en otro sitio Ramsar que es el Pantanal, en una extensión de 3 millones de has y con 200.000 cabezas de ganado. Esto significa que es imperativo el manejo sustentable de 3,2 millones de cabezas de ganado en humedales que evitan inundaciones, mantienen caudales ecológicos mínimos en los ríos durante la estación seca y sustentan el ciclo hidrológico en dos grandes cuencas (Amazónica y del Plata) que abarcan más de diez países.

Si hasta ahora la ganadería extensiva no ha causado una alteración significativa en estas ecoregiones es precisamente porque éstas tienen particulares características edáficas e hidrológicas que ocasionan inundaciones temporales, lo que ha evitado la invasión de la agropecuaria industrial basada en la implantación de monocultivos reemplazando la gran diversidad de la pradera natural.

La declaración de sitio Ramsar significa que la región está incluida en la lista de áreas prioritarias para la comunidad internacional que recomienda medidas de conservación cuyo objetivo es la reducción de amenazas que podrían afectar a otros territorios, como el desvío de flujos de agua ocasionado por la construcción de carreteras, por la pecuaria intensiva o por las plantaciones. Implica además una ampliación del enfoque de gestión ambiental centrado en los bosques, reconociendo la necesidad de gestión adecuada de los ecosistemas de agua dulce de la Amazonía y del Plata incluyendo la conservación de los ríos de las cabeceras de ambas cuencas (ríos Isiboro, Sécure, Paraguay y otros).

Nuestro país asume una vez más un gran desafío pero hasta ahora no ha dado grandes muestras de una efectiva labor en la conservación de ecoregiones de gran valor para la biodiversidad. El Pantanal fue declarado sitio Ramsar el año 2001, pero es muy poco lo que se ha avanzado en el desarrollo de una pecuaria sustentable, corriendo el riesgo de emular la mala gestión del Brasil que ya ha destruido un 20% de su Pantanal. El compromiso de proteger toda la región a largo plazo no sólo es de los gobiernos sino de la sociedad civil, que juega un papel preponderante al ocupar la ganadería privada grandes extensiones de terreno tanto en los Llanos de Moxos como en el Pantanal.

Nuestra ganadería en sitios Ramsar podría lograr un sello especial de certificación de carne orgánica por ser producida en áreas sin desboscar, planteando sistemas de uso ecológicamente acertado de la pradera natural para alcanzar máximos niveles de producción compatibles con su renovación indefinida. Esto no debe confundirse con la aplicación universal de buenas prácticas pecuarias porque es un planteamiento de producción en praderas naturales, como propone el libro “Ganadería ecológica en las sabanas inundables de Bolivia” que distribuye el sitio Amazon y siguiendo los principios de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica, IFOAM.

Al haber aceptado las reglas de conservación el gobierno de Bolivia está obligado a implementar políticas de uso sustentable que garanticen la conservación de los recursos hídricos y los servicios ecológicos. Una gran oportunidad para alcanzar un sello de carne orgánica de ganado que pastorea en ecosistemas no alterados.