martes, 15 de marzo de 2011

CONSENSO PARA PRODUCIR SIN DESTRUIR

En el mundo la producción agropecuaria se debate entre la propuesta agroecológica y la propuesta industrial, pero hasta ahora ninguna ha demostrado ser la respuesta a la carencia de alimentos de gran parte de la población.

La fórmula agroecológica que promueve la agroforestería del pequeño productor evitando el uso de agroquímicos y rescatando los conocimientos tradicionales de las comunidades en una perspectiva de justicia social, ha dado muestras de éxito en cuanto a la preservación del medio ambiente y la calidad de vida, pero para pequeñas poblaciones que no representan toda la realidad.

La propuesta agroindustrial ha arrasado con bosques y biodiversidad al producir grandes cantidades de alimentos, pero su futuro es incierto, como lo demuestra la paradoja de que sus extensos monocultivos ocasionen cambios climáticos que reducen sus rendimientos; un círculo vicioso agravado por la volatilidad de los mercados de alimentos al estar ligados a los mercados financieros y de energía.

Mientras continúa este debate y ambos bandos exhiben su mutua repelencia, la mayor parte de las consecuencias de la falta de consenso entre ambas posturas recaerá sobre los pobres del mundo, que utilizan el 70% de sus ingresos en alimentos, y sobre áreas de alto valor de conservación cada vez más intervenidas.

Por todo esto es actualmente imperativo emprender el esfuerzo de sentar en la misma mesa a gobiernos, ecologistas, multinacionales de semillas y agroquímicos, comunidades agroforestales y organismos de conservación, para establecer las bases de una agropecuaria responsable.

De la misma manera que en 1993 se creó el Consejo Mundial para la Certificación Forestal, FSC por sus siglas en inglés (Forest Stewardship Council), para promover la gestión responsable de los bosques del mundo, se están creando foros de consenso para definir estándares de producción responsable de cultivos de gran extensión como la soya, biocombustibles y ganadería, principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Pero estos foros son combatidos y criticados por uno y otro bando - como lo fue y es todavía el FSC - porque es difícil alcanzar una certificación de producción responsable que garantice una total protección de la biodiversidad con adecuada gestión económica y social. Es un enorme desafío que agroecologistas y agroindustriales traten de buscar soluciones en estos foros, exponiendo y demostrando sus posiciones con la obligación de alcanzar un acuerdo, en vez de encerrarse en círculos aislados armados para shows mediáticos.

En Bolivia tenemos el ejemplo de entidades de conservación que tuvieron la valentía de consensuar con empresas petroleras para que la construcción de un oleoducto no destruya un bosque. De una similar capacidad de respeto a la diversidad de criterios para lograr una complementariedad entre opuestos depende el futuro de la biodiversidad del planeta y de la alimentación adecuada de sus habitantes.