Pero además de matar gente el ganado está dañando seriamente los
ecosistemas del mundo por ser una actividad que demanda un excesivo consumo de
agua cuyo costo no se cuantifica en su justa dimensión; es además una de las
mayores fuentes de emisión de gases invernadero a través de la deforestación y
degradación, por la generación de gas metano en el proceso digestivo del ganado,
por la quema de praderas y el sobrepastoreo y por el transporte y la
industrialización en la fabricación de alimentos de animales.
Para muchos investigadores la degradación que produce la ganadería
debería tener prioridad en el debate mundial por su gran incidencia en el cambio climático. Es
considerada una amenaza latente para el planeta porque a corto plazo será
totalmente insustentable por la posibilidad del aumento de consumo de carne de
países muy poblados.
Ante este panorama sombrío es necesario
un cambio total de mentalidad en cuanto a la forma en que la carne se produce,
se procesa, se financia y se consume. La ganadería debería desarrollarse sólo
en lugares apropiados que son: a) donde no se haya deforestado; b) donde existan limitaciones para la producción de
cultivos y si se puede producir alguno que sea sólo para alimentación humana y
c) donde exista abundancia de agua por lo menos temporalmente.
Los únicos lugares que cumplen con estas condiciones son las
sabanas inundables que son praderas naturales con gran biodiversidad de
forraje. El drenaje deficiente del suelo impide el desarrollo de bosques y
provoca inundaciones temporales. La retención de agua en estanques por este deficiente
drenaje brinda la oportunidad de un uso eficiente del recurso, como ya se hace
actualmente. El drenaje deficiente limita además la implantación de cultivos,
en la época de lluvias sólo se puede producir arroz. La pradera natural de
forraje biodiverso manejada con sistemas de pastoreo racional permite el
aumento de la productividad y evita la degradación de la vegetación y el suelo.
Bolivia cuenta con 13 millones de has de sabana inundable tanto en
los Llanos de Moxos (10 millones de has) como en el Pantanal (3 millones de
ha), área en la actualmente pastan 3,5 millones de cabezas de ganado con una
carga animal ineficiente de sólo 0,35 cabezas por ha (aproximadamente 0,2
Unidades Animales por ha, UA/ha). Esta reducida carga animal podría triplicarse
o por lo menos duplicarse haciendo que el total del ganado nacional - que
alcanza a 7 millones de cabezas - esté en estos lugares apropiados.
Para maximizar el uso eficiente de estas praderas es necesario
conocerlas y valorarlas adoptando prácticas de pastoreo racional (sistema de
manejo intensivo que equilibra suelo, pasto y ganado) para aumentar la carga animal
a por lo menos 1 UA/ha. Existen varias prácticas recomendadas que deben ser
adoptadas por los productores con programas definidos en los que deberá
coadyuvar el Estado y las entidades de conservación promoviendo la
investigación y el establecimiento de estancias modelo.
Estas recomendaciones
no deben confundirse con las Buenas Prácticas Pecuarias de carácter universal,
esquema en el que se refugia la ganadería tradicional creyendo que con eso
cumple normas de conservación. La ganadería de lugares desboscados deberá
implementar sistemas agroforestales o silvopastoriles restableciendo bosques y
cambiando la mentalidad actual de fomentar praderas de monocultivos. Deberíamos
cambiar hasta la forma de apreciar el paisaje considerando a la sabana
inundable como la única pradera abierta digna de admiración.
Además de las ventajas anotadas, las sabanas inundables de Bolivia
han sido declaradas sitios Ramsar, una oportunidad excelente para el Estado y
las entidades de conservación e investigación para obtener fondos que apuntalen
el uso eficiente de la pradera natural.