martes, 19 de mayo de 2009

Hoja de coca en la ONU

En la última reunión de la ONU para “un mundo sin drogas”, la entidad demostró una vez más su ambigüedad y sometimiento a países dominantes. Como en otros temas, la ONU desatiende datos reales y hasta al sentido común por alienarse con Estados Unidos y otros países cuyas sociedades se ahogan en droga, nicotina y alcohol, pero mantienen posiciones oficiales conservadoras.

En esta subordinación sorprende su gran diligencia para condenar la hoja de coca sin mencionar para nada los estragos que en el mundo ocasiona la nicotina, industria enorme creada y basada en Estados Unidos, cuya adicción se inicia entre personas sin criterio formado, adolescentes, y su consumo envenena el ambiente incluyendo a personas no adictas. Si la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 prohíbe mascar coca, ¿porque no prohíbe también consumir nicotina que mata a más de 7 millones de personas al año?

La ONU debería ser precisamente la entidad que le recuerde a países como Estados Unidos que no tiene ninguna autoridad para pretender liderar interdicciones a otras drogas siendo un país que reparte nicotina a los adolescentes del mundo. Como si eso fuera poco es además el país que alberga a más de cincuenta millones de adictos a diversas drogas. Esto significa que es un mercado fundamental para los carteles de la droga, para el tráfico de precursores y para el lavado de dinero. Sin centros multitudinarios de consumo que influyen en el tráfico de todo el mundo no ocurriría lo que los datos muestran: que el narcotráfico tiene más dinero que hace diez años y mueve un mercado de 300 billones de dólares al año.

Ante un panorama marcado por la hipocresía es natural que surja un contestatario mascando hoja de coca delante de todos y es comprensible que una entidad sometida como la ONU se haga la desentendida ante la necesidad de definir si se prohíbe todo o no se prohíbe nada. Pero que en el propio país de la hoja de coca haya gente que condene una actitud menos nociva que la de un fumador, es ya el colmo de la demostración de servilismo.

El narcotráfico sigue ganando la batalla y los principales responsables de eso son estas actitudes esbirras de entidades, países y personas que permanecen alienadas a la vieja cantaleta que defiende la guerra al tráfico basada en la represión, en contraste con los que proponen políticas de reducción de daños, de descriminalización completa del consumidor y del tratamiento de la dependencia química como una cuestión de salud pública.

Y una actitud tan inquisidora ante la hoja de coca es hasta sospechosa porque como ya alguien dijo: son precisamente los que prohíben el consumo los que avalan al narcotráfico. Si a eso añadimos el hecho palpable de que la política represiva muestra en los hechos una escalada armamentista que expande los problemas de la droga a lugares donde no existía, el negocio está completo. O sea que es cuestión de escandalizarse ante la droga para seguir expandiendo el negocio del narcotráfico y la venta de armas.